Jazmine Van Hunterman {ID}

27 años
Asgardianos
Diosa
Asgardiana/Estadounidense
el 28 de Noviembre de 1985
-Musica, bailar y cantar
Playa, Violines, Gatos

Jane Van Hunterman es una mujer de 1.77 de estatura, es alta, cabello liso y muy largo de color castaño muy oscuro tirando a negro, a lo lejos se ve negro, pero de cerca se ve castaño muy oscuro, piel blanca con un leve tono bronceado, ella es delgada, pero tiene algunas curvas, ella es bonita, cara en forma de diamante, barbilla partida, los ojos de ella son de color marrones-Verdosos, ella parece una chica latina, pero no lo es, cejas finas y elegantes, nariz perfilada y normal, boca algo carnosa, suave y lisa, cara sin ninguna imperfección, cutis perfecto, liso, su piel es muy saludable y bonita a la vista, y suave y lisa al tacto, de aspecto estilizado y refinado, elegante, ella se viste a la moda, y muy casual

Jane Van Hunterman es una mujer muy luchadora. Lo ha demostrado toda su vida y nunca se da por vencida. Siempre optimista, en cualquier situación, a aprendido a sonreír siempre por su hija. De hecho, es Leslie el único motivo que Jane encuentra para ser feliz porque tampoco quiere engañarse: la situación que les ha tocado vivir es demasiado caótica. Pero ella piensa que ya es lo suficientemente horrible como para encima empeorarla estando siempre de mal humor. Amable, dulce y muy servicial, le gusta sentirse útil y es incapaz de negar su ayuda a cualquiera que lo necesite. En cuanto a ella, es bastante reservada. Le han dado demasiado golpes en la vida y no es fácil que confíe en la gente a las primeras de cambio. Si consigues hacer sonreír a su hija de seis años, te ganarás para siempre a Ella, extrovertida y sociable, es una buena persona, tambien es un poco ingenua e ilusa

-Jane Van Hunterman no nacio aqui en la tierra, ella nacio en Asgard hace 27 años, casi 28, ya que en un mes cumplira 28 años, sus padres son Dioses asgardianos, pero son desconocidos, ella no sabe sus nombres, ella fue enviada a Midgard por sus padres, para protegerla, pero no especificaron que amenaza, en la carta que estaba junto el canasto, a ella la dejaron en un portico, y era la casa de la Familia Van Hunterman, ellos decidieron adootarla como hija, ellos saben la verdad, y en la canasta habia un collar de una piedra preciosa morada y desconocida por los humanas, y en una cadena de oro

-Para haber nacido prácticamente en una cuna de oro, la vida de Jane ha sido de todo menos cómoda. Fue criada entre algodones, estudió en los mejores colegios privados y con todas las atenciones que cualquier chiquilla de su edad hubiese deseado, sus padres adoptivos le daban todo, Pero lo que nunca llegaron a comprender el señor y la señora Van Hunterman, es que el amor de un hijo no se puede comprar a golpe de talonario. Christopher Van Hunterman era un prestigioso abogado londinense que llegó a formar su propio bufete y que era contratado por los grandes peces gordos de la élite, por lo que poco a poco él mismo fue haciéndose un hueco para él y para su familia en la alta sociedad. Miranda Van Hunterman por su parte, ejercía de perfecta esposa florero. Su principal preocupación consistía en no repetir vestido en los cócteles y en combinar a la perfección el bolso con los zapatos. Con mucha ilusión intentó inculcar a su hija Jane lo que ella consideraba 'valores imprescindibles', con el objetivo de convertir a su hija en toda una muñequita de porcelana. Pero Alex no estaba mucho por la labor.

-No era una niña problemática, ni mucho menos. Aprendió a querer a sus niñeras e institutrices más que a sus propios padres y se esforzaba por aprender buenos modales y dar así la imagen de hija perfecta ante los amigos de sus padres. Pero ese mundo no era para ella. ella descubrio que era adoptada a los 13 años de edad, pero ellos no estaban listos para decirle toda la verdad a ella, quería estudiar, ser alguien en la vida e independizarse. Se ahogaba de sólo pensar que se convertiría en una mujer trofeo más como su madre. Ella no quería depender de nadie. Pero sus padres no querían ni oír hablar del tema. No les gustaba un pelo que Jane se lo pasase mejor leyendo un libro que saliendo de compras con sus amigas. Amigas, por cierto, todas postizas, que se acercaban a Jane por su dinero y por su nombre.

-Cuando entró al instituto, ella descubrio que era una diosa de Asgard, ella aceptó eso, Jane quiso conseguir una nueva vida, esa que sus padres le estaban negando. Ante la negativa de sus padres de matricularla en un instituto privado, cortó por lo sano y fue a vivir una temporada con su tía Greta, la oveja negra de la familia y la única que comprendía por lo que estaba pasando la chica, hasta que los señores Van Hunterman entraron en razón. Se podría decir que entonces Jane empezó a vivir de verdad: encontró amigos, gente con intereses comunes a los suyos que veían más allá de los ceros que tenía tu cuenta bancaria. Y con las primeras amistades, llegaron también los primeros amores. O eso creía ella. Jane empezó a salir con un tal Jackson, jugador del equipo de baloncesto y chico modelo en el instituto. Todo parecía tan perfecto, tan de cuento de hadas que Jane se enamoró de verdad, pensaba que había encontrado el amor de su vida. Qué equivocada estaba. Cuando consiguió llevársela a la cama, Jackson pasó de ella y si te he visto no me acuerdo. Jane no sólo tuvo que soportar la humillación y el desengaño, sino que se enteró de que estaba embarazada. Con 20 años. Ni qué decir tiene que cuando se lo contó a sus padres no sólo la borraron del testamento, sino que la echaron de casa. Tuvo que pedir de nuevo cobijo a su tía Margaret, que la recibió con los brazos abiertos y la ayudó durante el embarazo y, más tarde, durante el primer año de vida de la pequeña Leslie.

-Justo cuando la niña iba a cumplir dos años la guerra estalló. Margaret cogió a Jane y a Leslie y las llevó a Nuevo Mexico, rogándoles porque las aceptaran y cuidaran de ellas. Dos años después, Margaret murió, al parecer atacada por un grupo de infectados. Jane, viéndose sola y con una niña, se las arregló para seguir adelante. Su hija le necesitaba y, aunque estuviese completamente sola, le debía un futuro a Leslie, su hija de casi 8 años